Argentina conmemorará hoy el Día del Respeto a la Diversidad Cultural, en reemplazo del que durante casi un siglo se festejó como Día de la Raza.
En Argentina, recordó la agencia de noticias Télam, la denominación Día de la Raza fue establecida en 1916 por decreto del presidente Hipólito Yrigoyen como una reivindicación de la labor española en América y buscando la reafirmación de la identidad hispanoamericana frente a Estados Unidos.
España -agregó- ya había establecido en 1913 tal denominación, "recordando con nostalgia su pasado imperial del que Latinoamérica se había liberado un siglo atrás".
Mientras, en países como Bolivia, Perú, Venezuela y Ecuador la fecha es festejada de otro modo, en lo que marca un giro en la mirada histórica e ideológica de la conquista y dominación española emprendida hace más de cinco siglos.
Lo cierto es que dichos objetivos escondían en sí mismos una realidad que no es propia de celebraciones. La colonización no significó para los pueblos originarios una ampliación cultural, una puerta plena de integración al viejo mundo o una experiencia de intercambios existenciales.
Lejos de ello, los pueblos nativos americanos fueron diezmados a lo largo de todo el territorio. La cultura originaria no se respetó. Se tomó todo aquello que pudiera resultar útil y el resto fue sistemáticamente suprimido a lo largo del tiempo.
En el caso del 12 de octubre, los resolutivos subrayaron que la modificación en la denominación dota a esa fecha "de un significado acorde al valor que asigna nuestra Constitución Nacional y diversos tratados y declaraciones de derechos humanos a la diversidad étnica y cultural de todos los pueblos".
El artículo 75 de la ley de leyes argentina reconoce, entre otros derechos, la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas, la personería jurídica de sus comunidades y la posesión y propiedad comunitaria de las tierras que ocupan.
Este día, como muchos otros, es momento para reflexionar más que para celebrar. La historia está plagada de hechos dolorosos y sangrientos que forman parte de los procesos de crecimiento y maduración de las sociedades. Pero no hay que olvidar que lo diferente o distinto, a simple vista quizá, no es sinónimo de inferior o superior. Lo que no es igual nutre y enriquece.
Son pocas las comunidades aborígenes que pudieron subsistir hasta la actualidad en nuestro país y en el resto de continente americano, y aún siguen siendo acosadas por las viejas culturas.
La contaminación y el bombardeo pseudo culturizador tendiente a la igualación de los pueblos, es un tema en el cual necesariamente debemos hacer foco para repensar qué tipo de sociedad pretendemos continuar construyendo.
Para una sociedad pluricultural y libre es primordial aprender a respetar las diversas formas de habitar la tierra.
Celebremos la idea de multiculturalismo y trabajemos para proteger las comunidades aborígenes que lograron sobrevivir.
Fuente: http//noticias.terra.com.ar
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